El bosque se pregunta… ¿ser o no ser?
#DARopina
Columna "Amazonía y Buen Gobierno" de DAR
Nuestros bosques se están perdiendo a causa de la deforestación. Muchos son los catalizadores de esta, sin embargo el mayor índice de deforestación del país se produce a causa del cambio de uso del suelo: cambiar suelos del bosque por cultivos agrícolas y/o de pastoreo.
Basado en el paradigma de los años 70 sobre ordenamiento territorial y ampliación de la frontera agrícola, el Estado realiza una “clasificación de tierras” para evaluar su uso potencial identificando las mejores tierras con fines agropecuarios, así como las tierras forestales o de protección.
Esta clasificación no evalúa al bosque como tal, por lo tanto, mañana puede ser visto como “chacra” lo que hoy es bosque, en función de su capacidad agropecuaria. Esta clasificación daría “luz verde” para obtener una autorización legal para la eliminación del bosque y su transformación a chacra (cultivo en limpio), incluso de bosques naturales prístinos o primarios.
En los últimos años, este paradigma ha permitido la deforestación de nuestros bosques dado que arriba a resultados –interpretando estudios de suelos, relieve y clima-, sin considerar el valor intrínseco del bosque (biodiversidad y valiosos servicios ambientales que brinda) ni sus circuitos de dependencia alimentaria y productiva asociadas a la vida cotidiana y económica de las comunidades indígenas y locales. A esto se suma que el uso de tecnología, maquinarias y fertilizantes puede transformar casi cualquier espacio en un área agrícola, facilitando el cambio de uso de la tierra.
Tal clasificación tampoco pondera derechos, ordenamiento y planeamiento territorial local, lo que no asegura inversiones agrícolas sostenibles y pone en riesgo al bosque (patrimonio de la nación), contraviniendo mandatos constitucionales de conservación de la diversidad bilógica y la Amazonía, y el cumplimiento de los compromisos nacionales asumidos por el Perú en múltiples instrumentos y acuerdos internacionales con miras a la COP21.
El paradigma de atribuir al bosque solo un potencial agrícola es anacrónico y técnicamente cuestionable y debe ser cambiado por nuestras autoridades. Los ajustes normativos en el sector forestal que estamos viviendo son una oportunidad para esto.